domingo, 20 de enero de 2013

El chico que vendía palomas (Ai to kibo no machi, Nagisa Oshima, 1959)


Título original: Ai to kibo no machi
Dirección: Nagisa Oshima
Guión: Nagisa Oshima
Fotografía: Hiroyuki Kusuda
Música: Riichiro Manabe
Producción: Shôchiku Eiga
País: Japón
Año: 1959
Género: Drama
Duración: 62 minutos
Reparto: Hiroshi Fujikawa como Fujikawa Masao, Yuki Tominaga como Kyoko, Yûko Mochizuki como Kuniko, madre de Masao; Michio Ito como Yasue, hermanita de Masao, Fumio Watanabe como Yuji, hermano mayor de Masao; Kakuko Chino como Srta. Akiyama, profesora de Masao; Fujio Suga como Kuhara, padre de Kyoko; Noboru Sakashita como Taizo, hermano de Kyoko.




El título original de este film era "El chico que vendía palomas", pero los productores lo cambiaron por "Calle de amor y esperanza", contra los deseos del director. Un joven llamado Masao, huérfano de padre, vive con su madre enferma y su pequeña hermana. Para mantener a su familia, Masao trabaja como limpiabotas y como vendedor de palomas. Como son palomas mensajeras, vuelven con él una y otra vez de modo que puede revenderlas. (FILMAFFINITY)





En el año 1959 cuando hizo El chico que vendía palomas, una historia sobre un niño que ayudaba a su familia vendiendo siempre la misma paloma, que volvía una y otra vez a su dueño tras ser comprada por un extraño. Sin embargo, el jefe del estudio Shiro Kido, detestó la película, considerando que era un film tendencioso. Seguramente, la Shochiku no estaba preparada para una película que mostraba el mercado negro, la violencia de los barrios pobres y la cruel división entre los nuevos ricos y los desheredados. Más aún, la productora eliminó el final de Oshima, que mostraba cómo la familia rica pisoteaba al niño pobre, finalmente abandonado, sin la paloma. Quitando algunos planos finales, la película, tal y como la editó la Shochiku, daba a entender que ricos y pobres podían unirse para seguir reconstruyendo Japón. Y para terminar, le cambiaron el título por Ai to kibô no machi (Calle de amor y esperanza), que iba radicalmente en contra de las intenciones de Oshima.

Pese a la censura, la película fue un pequeño éxito que mostraba, tal y como afirmaba Oshima, que una nueva generación quería tener su lugar en el cine japonés. Estrenada tan solo un par de meses después de Los cuatrocientos golpes de François Truffaut, ambas películas darán inicio a una constante en el cine de los años 60: la del niño inocente obligado a hacerse mayor antes de tiempo para hacer frente a una sociedad llena de peligros. Muchos estudios han vinculado a Oshima como heredero de la nouvelle vague francesa, especialmente de Jean-Luc Godard (llegando incluso a llamarle el “Godard japonés”), pero es imposible que Oshima viera las primeras obras de Godard en sus primeros años como cineasta, así que lo más justo sería decir que Oshima y sus coetáneos participaron en una revolución generacional que se dio en el cine mundial en diferentes partes del planeta al mismo tiempo, fruto de sus experiencias con el cine americano en su infancia y adolescencia (recordemos que el cine americano había invadido los mercados europeos y asiáticos tras la segunda guerra mundial) y el impacto que supuso el descubrimiento de los cines europeos de posguerra, especialmente del neorrealismo italiano.

Extraido de Historias crueles de juventud. Los tres de la Shochiku. Hacia un nuevo cine japonés. (Asiateca)







No hay comentarios:

Publicar un comentario