viernes, 19 de agosto de 2011

La mirada invisible, Diego Lerman, 2010

Título original: La mirada invisible
Director: Diego Lerman
Guión: Diego Lerman, María Meira (Novela: Ciencias naturales de Martín Kohan)
Fotografía: Álvaro Gutiérrez
Música: José Villalobos
País: Argentina
Año: 2010
Género: Drama
Duración: 95 min.
Reparto: Julieta Zylberberg, Osmar Núñez, Marta Lubos, Gaby Ferrero, Diego Vegezzi, Pablo Sigal




Argentina, 1982. En tiempos de dictadura y represión, María Teresa trabaja en un Colegio Nacional de Buenos Aires. Un día, persiguiendo un vago, quizá inexistente, olor a tabaco, se esconde en los baños de los chicos para sorprender a los que fuman y llevarlos ante el director; poco a poco esto se convierte un hábito oscuramente excitante. Nada pasa inadvertido a su mirada: la mirada del carcelero, del amo... o de la perversidad. No es de la violación de las reglas, sino de su aplicación a ultranza, de donde surgirán la torsión y el desvío, de la rigurosa vigilancia de una completa rectitud, de la custodia inflexible de una normalidad total y atroz. (FILMAFFINITY)



María Teresa, la prefecta del Colegio Nacional de Buenos Aires a la que sigue en ocasiones con tanta distancia física como cercanía emocional la cámara en La mirada invisible, se encarga con gran empeño de que se cumplan las rígidas normas de la institución. Criada en una familia castradora y en medio de una dictadura (la que ejerció Jorge Rafael Videla en Argentina entre los años 1976 y 1981), el comportamiento de María Teresa termina resultando enfermizo pero lógico. Disfruta entrando a escondidas en el baño de los chicos adolescentes de la escuela para espiar sus secretos y oler sus fluidos, que llegan a proporcionarle el orgasmo que no puede conseguir (porque le es negado) de cualquier otra manera.

A medio camino entre La pianista, con un personaje similar (aunque a un mayor número de espectadores les puede recordar en parte al de Natalie Portman en Cisne Negro), y la archiconocida El secreto de sus ojos, a la que remite de alguna manera en las miradas silenciosas por el miedo a la represión, Diego Lerman ha construido un film de lenguaje meticuloso y frío, una fábula sobre los males de la dictadura que no tiene nada de acartonada reconstrucción costumbrista (afortunados seríamos si algunos directores españoles aprendieran algo de esta película).

El excepcional trabajo de Julieta Zylberberg es el elemento principal que sustenta el agobiante crescendo en que deriva el film, así como una puesta en escena que también remite en parte a la figura de Haneke. El contexto permanece en segundo plano, esperando agazapado, casi hasta el final, donde literalmente revienta los cimientos del orden que hasta entonces ha impedido respirar a La mirada invisible, produciéndose una lograda conexión entre fondo y forma. Solo en los últimos segundos hay lugar para el material de archivo, para una coherente y siempre necesaria llamada a la lucha.

De Notas de Cine

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