Título original: Sunrise. A Song of Two Humans
Dirección: Friedrich W. Murnau
Guión: Cari Mayer (basado en la novela El viaje a Tilsit, de Hermann Sudermann)
Fotografía: Charles Rosher y Karl Struss (B&N)
Música:
Producción: Fox Film Corporation (William Fox)
País: Estados Unidos
Año: 1927
Género: Drama. Romance
Duración: 117 minutos
Intérpretes: George O'Brien (El hombre); Janet Gaynor (La mujer); Margaret Livingstone (La mujer de la ciudad); Bodil Rosing (La doncella); J.Farrell MacDonald (El fotógrafo); Ralph Sipperly (El barbero)
Un campesino tiene una aventura amorosa con una sofisticada mujer de la ciudad que está pasando una temporada en el campo. Su obsesión por ella lo lleva a descuidar sus labores, hasta tal punto que los vecinos no tardan en darse cuenta de la situación. Pero lo peor es que llega un momento en que su amante lo incita a matar a su esposa. El hombre decide ejecutar el asesinato durante un viaje en barca...(FILMAFFINITY)
En el verano de 1926, Fiedrich W. Murnau llega a los EEUU contratado por William Fox -a quien ha entusiasmado El último (Der letzte Man, 1924)-, dispuesto a materializar sus altos objetivos artísticos. En su primer proyecto en Hollywood, el realizador teutón va a beneficiarse de una libertad y unos presupuestos mayores de los que nunca ha contado en Alemania.
Sobre una conocida novela de Hermann Sudermann y con un equipo de procedencia alemana en su 80%, que incluye al guionista Carl Mayer y al director técnico Rochus Gliesse, Murnau inicia el rodaje de Sunrise, donde va a perfeccionar los decorados y procedimientos utilizados en sus anteriores films. La creación de espacio fílmico, el magistral empleo de la profundidad de campo y la agilidad en los movimientos de cámara, confieren a la película una estética irrepetible. El expresionismo, aunque presente, se ve matizado por el desarrollo de un realismo muy particular que deriva hacia lo metafísico. Todo ello propicia la consecución de una obra mágica y poseedora de toda la grandeza de una tragedia clásica.
Mediante un procedimiento patentado por Frank Williams, que permite añadir diferentes decorados a escenas filmadas previamente sobre fondos en blanco o negro, se estudian distintos ambientes, al efecto de dotar a la escena de la atmósfera más adecuada. La técnica, una vez más, es puesta al servicio del arte.
La película, estrenada en el Times Square Theater de Nueva York el 23 de septiembre de 1927, con banda musical y efectos sonoros acoplados, recibe grandes elogios de la crítica, parte de la cual, incluso, refiere la cercanía del film a su concepto de un cine total. En su primera concesión de Premios, la Academia otorga a Sunrise los relativos a actriz principal, fotografía y calidad artística de producción. Aunque funciona bien en taquilla, el film no puede recuperar su elevado coste y supone un importante fracaso financiero para la Fox, que lleva a la productora a variar radicalmente su relación on Murnau. La crítica, años más tarde, con motivo de la elección de las mejores películas de la historia del cine, otorgará a Sunrise el enorme prestigio del que goza hoy en día.
En la Historia del Cine suele recordarse el año 1927 como el momento en que apareció el sonido. ‘El cantor de jazz’, de Alan Crosland, está considerada la primera película sonora. Los gorjeos de Al Jolson fueron el pistoletazo de salida para el cine hablado, que desterraría de un plumazo toda la raigambre del cine mudo y que, asimismo, apagaría la luz de un buen puñado de estrellas que no supieron adaptarse a la nueva tecnología. En esta época de transición, una película muda sobresalió por su excepcional belleza: ‘Amanecer’, del prestigioso realizador alemán Friedrich Wilhelm Murnau. Éste era su bautismo de sangre en Hollywood, y no pudo haber comenzado con mejor pie. Se dice que William Fox quedó ensimismado al ver los extraordinarios movimientos de cámara que Murnau utilizó en ‘El último’, uno de sus últimos trabajos para la UFA, y desde entonces se empeñó en hacerse con sus servicios. El cineasta teutón gozó para su primer trabajo en EE.UU. de unas libertades creativas similares a las que años más tarde la RKO Radio Pictures dispensaría a Orson Welles para el rodaje de la mítica ‘Ciudadano Kane’, y como él, no desaprovechó estas prebendas para elaborar una obra magna. Pocas veces un director extranjero se ha granjeado los parabienes de la crítica en su estreno en Hollywood como Murnau. Quizá el caso que más se le parezca sea el de Alfred Hitchcock con ‘Rebeca’. Por desgracia, la prometedora carrera de Murnau se truncó demasiado pronto. En 1931, cuando contaba 43 años, sufrió un fatal accidente de coche en California en extrañas circunstancias. Los más supersticiosos atribuyeron este infortunio a una maldición que le perseguía después de profanar lugares sagrados durante el rodaje en la Polinesia de su obra póstuma: ‘Tabú’, una película documental que dirigió conjuntamente con el experimentado Robert Flaherty.
'Amanecer' es un drama con ribetes cómicos, como la vida misma. Es la adaptación de 'Pasaporte a Tilsit', una novela romántica de dudosa calidad, pero de gran tirón popular, que contenía un palmario y algo inocente elogio del matrimonio. Murnau cogió este material y lo dotó de un gran calado psicológico. En este proceso de reescritura le fue de gran ayuda la colaboración de Carl Mayer, su guionista más apreciado. Su intervención fue esencial para acercar la película a los postulados del Kammerspiel, un movimiento cinematográfico paralelo al expresionismo acuñado por el director teatral Max Reinhardt (piedra angular en la evolución del cine en Alemania y forjador de jóvenes talentos) y del que su máximo exponente fue Carl Mayer.
Los rasgos más notables del Kammerspiel son el relieve del análisis psicológico en contraposición a las tramas complejas, personajes comunes construidos como alegorías, el peso de la atmósfera (lo que se conocía como Stimmung), la intensidad de los sentimientos (el llamado Gemut) y, por último, una acción simple y lineal despojada de hojarasca. Esta tendencia a la concreción se tradujo en la voluntad de Murnau de limitar el uso de didascalias, hasta casi hacerlas desaparecer. Ya lo intentó antes con 'El último', y los productores se lo negaron aduciendo que crearía confusión en el espectador, y volvió a la carga en 'Amanecer' con idéntica suerte. Siendo ecuánimes, es justo señalar que el razonamiento de los productores no estaba exento de cierta lógica, si bien todo lo que sea interferir y castrar la creatividad del realizador es perjudicial para la obra. Puesto que no pudo prescindir de los intertítulos (aunque sí redujo considerable su número), los empleó con fines expresivos, como los que pasan de estado sólido a líquido cuando el atribulado protagonista planea la muerte de su mujer en la barca. Hay que darle la razón a Murnau en que la película se entiende perfectamente sin didascalias, lo cual es un logro tanto de él como de los actores.
El matrimonio está interpretado por George O'Brien y Janet Gaynor. Por razones obvias, 'Amanecer' fue la primera producción en que Murnau no trabajó con actores alemanes. Después de encadenar tres películas con su inseparable Emil Jannings, a buen seguro que echó en falta la enorme presencia del actor suizo en el set de rodaje. O'Brien se maneja bien en el terreno del uxoricidio, abarcando una amplia gama de matices que van de la pasión y el arrebato por la mujer venida de la ciudad (Margaret Livingston) a la aflicción y el arrepentimiento por su propósito de acabar con la vida de su esposa. Gaynor, por su parte, cumple a la perfección con su papel de mujer cándida y sencilla. Al descubrir las aviesas intenciones de su marido se nos muestra como un pajarillo asustado, y es entonces cuando más ternura provoca en el espectador (cumpliendo así uno de los fines del Kammerspiel). En el lado opuesto, también nos enseña su naturaleza alegre y vivaracha cuando perdona a su marido y baila con él en medio de los vítores y aplausos de las otras parejas. 'Amanecer' fue la película más celebrada de ambos en el inicio de su carrera. Con posterioridad, O'Brien se especializaría en el western y haría papeles secundarios bajo la batuta de John Ford en filmes antológicos del género como 'Fort Apache' y 'La legión invencible'. Janet Gaynor tuvo una trayectoria más destacada, jalonada por títulos como 'Contrastes', de Víctor Fleming, y 'Ha nacido una estrella', de William Wellman, por la que fue nominada.
En una época en que la técnica cinematográfica estaba en fase de construcción, 'Amanecer' es una obra madura y atrevida. El dinamismo de sus planos está muy alejado de la cámara fija que se usaba por aquel entonces. El virtuosismo de Murnau sólo es comparable al de Kubrick. Esta comparación no es baladí, en tanto en cuanto que los travellings que se pueden admirar en esta película se adelantan en varias décadas a la steady-cam que el director neoyorquino usaría en 'El resplandor'. En este sentido, sorprende ese movimiento de cámara que sigue al marido cuando acude al encuentro de su amante en el pantano. Es un travellig magistral que, sin percatarnos, se convierte en plano subjetivo para, a continuación, alejarse de la visión del personaje. Las huellas de sus pisadas en el barro y la luz de la luna que envuelve en un halo fantasmagórico a la mujer que le espera dan idea de la sima en la que se introduce el desventurado marido. La ciénaga resplandece de muerte en un uso de las sombras deudor de la lente expresionista de Fritz Arno Wagner y de Karl Freund, camarógrafos bien conocidos por Murnau.
Tan fascinantes como los movimientos de cámara son los efectos especiales aplicados en algunas imágenes. Hay abundantes sobreimpresiones y transparencias. Es inolvidable la secuencia en que el seductor rostro de la amante da vueltas en torno a la cabeza del atormentado marido induciéndole a cumplir su ominosa promesa. También sobresale la forma que Murnau tiene de contarnos los sueños con que intoxica su corazón, antaño noble y bondadoso. En el cielo oscuro en el que brilla la Luna con palidez trémula y espectral, una transparencia muestra los bailes de salón, el champán y el lujo de la vida en la ciudad, en tanto que la moderna Salomé se entrega a un baile desenfrenado que enciende la pasión de su amado. 'Amanecer' es, por encima de todo, un canto a la vida sencilla y recogida. Así pues, la tensión entre la ciudad (opulenta y frívola) y el campo (plácido y llano) vertebra el eje del discurso. Este filme es, asimismo, un ejemplo de cómo usar efectos en una historia naturalista.
‘Amanecer’ también marcó un hito al ser la primera película rodada en Movietone, un sistema revolucionario que imprimía el sonido en la imagen durante la grabación, y que desbancó al Vitaphone de la Warner, que era el que se usaba entonces.
El simbolismo está muy presente en la iluminación. El pueblo permanece oculto entre las sombras mientras la muerte (representada en la figura de la Luna) se cierne sobre el matrimonio. Esto permite una ambientación lóbrega similar a la de algunos cuadros de Rembrandt, como 'La ronda nocturna'. Este tenebrismo ya lo empleó Murnau un año antes en 'Fausto', cuando la epidemia de peste asolaba la población. Al final la oscuridad es disipada por los rayos de sol cuando rebrota el amor de la pareja, en un epílogo esperanzador que es testigo del romanticismo acrisolado del realizador. Llegados a este punto, se comprende mejor el subtítulo del filme: “Una canción de dos seres humanos”.
Murnau vio recompensado su excelente trabajo en ‘Amanecer’ con un Oscar a la Mejor Calidad Artística, el más importante de los que se entregaban en la ceremonia. Janet Gaynor y los directores de fotografía Charles Rosher y Karl Struss también obtuvieron su merecido reconocimiento.
Truffaut advirtió con suma tristeza que llegaría un día en que los cineastas serían juzgados por críticos que no habrían visto una sola película de Murnau. Pues bien, los años no sólo han confirmado sus peores presagios, sino que los han redoblado. Hoy en día no ya sólo entre los críticos, sino también entre los cineastas más jóvenes el genial director de Bielefeld es un desconocido.
Oscar B. (El Parnasillo)
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