jueves, 1 de septiembre de 2011

La soga, Alfred Hitchcock, 1948


Título original: Rope
Director: Añfred Hitchcock
Guión: Arthur Laurents & Hume Cronyn
Fotografía: oseph Valentine & William V. Skall
Música: Leo F. Forbstein
País: Estados Unidos
Año: 1948
Género: Intriga
Duración: 80 min.
Reparto: James Stewart, John Dall, Farley Granger, Cedric Hardwicke, Joan Chandler, Douglas Dick, Constance Collier


A casa de dos estudiantes van llegando los invitados a una especie de fiesta de fin de curso. El invitado que más temen es su tutor y profesor, un astuto criminólogo que sostiene que el crimen perfecto no existe, aunque ellos se han propuesto demostrar lo contrario. En efecto, con su llegada crece cada vez más la tensión y el nerviosismo de los jóvenes. Y no es para menos, porque tienen un cadáver encerrado en el arcón que sirve de mesa para la cena. Cuando, al final de la fiesta, profesor y alumnos se quedan solos, los errores y contradicciones en que éstos incurren son tales que el profesor empieza a comprender que han asesinado al joven invitado que han estado esperando en vano toda la noche. (FILMAFFINITY)


Hitchcock apostó fuerte en el que era su primer rodaje en color y el primero de su compañia Trasatlantic Pictures, fundada con el magnate de cine británico Sidney Bersntein. Decidió adaptar "Rope", obra de teatro de Patrick Hamilton cuya acción sucede íntegramente en un ático de Manhattan en tiempo real. La historia está levemente basada en el asesinato real cometido por dos estudiantes de la Universidad de Chicago Nathan Leopold and Richard Loeb, inspiración también de la película de Richard Fleischer Impulso Criminal (Compulsion, 1959).

En lo que, sin duda, constituyó un gran riesgo decidió rodar la historia en tomas largas (plano-secuencia) de unos ocho minutos cada una. Al pasar un personaje delante de la cámara la espalda del personaje serviría para oscurecer la imagen y hacer ahí el empalme. La duración de las tomas se debe a que ocho minutos es el tiempo que duraba un rollo de película cargable en la cámara en aquella época. Pese a ello (y a lo que muchos aficionados y críticos mencionan) hay algunos cortes nítidos no disimulados. Por ejemplo tras los créditos iniciales hay un corte y el plano da un giro de 180 grados. Hay algunos cortes más de ese tipo durante la película.

Como anécdota contar que aunque la película dura 80 minutos y se supone que transcurre en tiempo real, en realidad la acción cubre unos 100 minutos. Esto se consiguió acelerando la acción: la cena dura solo 20 minutos, el sol se pone demasiado rápido, etc. El número de septiembre de 2002 de Scientific American contiene un completo análisis de esta técnica (y el efecto sobre los espectadores que realmente se sienten como si estuviesen viendo una película de 100 minutos).

Es fácil imaginar la tremenda dificultad que tuvo el rodaje. Los muebles y las paredes eran totalmente móviles para que la cámara se pudiese mover por el decorado con libertad y, debido a la duración de las tomas, el suelo estaba lleno de marcas por donde debían de pasar los actores o depositarse los muebles.

A través de la ventana del salón se ve la línea de edificios de Nueva York. Para simularlo se construyó un ciclorama enorme (tres veces el tamaño del ático) que reproducía casi 70 kilómetros del panorama de la ciudad. Se iluminó dicho ciclorama con 6000 bombillas incandescentes y 200 tubos de neón. Las luces de las ventanas se encendían y apagaban para simular la vida normal de una ciudad (la iluminación y el color son realmente importantes en la película, ver al respecto la escena final donde la iluminación acentúa la tensión del momento). Se construyeron nubes de fibra de vidrio que se iban moviendo al ir avanzando el rodaje y la tonalidad del cielo iba cambiando al irse acercando la noche. En fin, un rodaje complicadísimo.


A lo ya dicho se unía otra dificultad añadida. Hitchcock era un director de montaje, que consideraba que la fragmentación de planos en una película servía para potenciar la historia (en el imaginario popular está bien grabada la escena de la ducha de Psicosis como perfecto ejemplo).

Tenía por tanto ante sí un enorme desafío contra sí mismo: adaptar su estilo al rodaje en un solo plano. Y es ciertamente curioso observar cómo lo hace. Hay momentos en los que un movimiento desde un personaje a otro hace la misma función que un plano-contraplano, una panorámica hace las veces de inserto (tan típicos suyos) o relaciona una mirada con el objeto de dicha mirada sin necesidad de cortar el plano. Es un ejercicio ciertamente divertido e interesante para un aficionado ver la película prestando atención a esos y otros detalles.

Hitchcock siempre mencionaba que el suspense consiste en hacer que el espectador sepa más que el protagonista. Por ejemplo, que sepa que hay una bomba bajo el escritorio del protagonista y que sufra viendo como éste no abandona la habitación. Pues bien, aquí el maestro Hitchcock lleva su definición de suspense hasta el extremo al hacer que durante toda la película haya un cadáver en la habitación sin que los protagonistas lo sepan y sin que nosotros sepamos cómo van a averiguar la verdad.




Es esa tensión la que hace avanzar la acción y va aumentando poco a poco desde el primer momento de la película. Cada detalle está pensado para mantener la atención del espectador. Como pequeño ejemplo diré que el personaje de James Stewart tarda 20 minutos en aparecer por primera vez pero cuando lo hace han hablado tantas veces de él y han dibujado su personaje con tal claridad e interés que estamos deseosos de conocerlo. Su entrada en escena es realmente impresionante.

En los títulos de crédito del final de la película los personajes aparecen referenciados en función a su relación con el chico asesinado (David). La única persona que no es mencionada así es el personaje de James Stewart.

La película fue censurada en numerosas ciudades de los USA debido a la homosexualidad implícita de los personajes de Farley Granger and John Dall (desgraciadamente no se ha mejorado demasiado desde entonces). La película ha quedado para la historia como uno de los experimentos más radicales de su director y no ha perdido ni un ápice de su audacia con el paso del tiempo.

El pequeño problema viene precisamente de su principal virtud: el rodaje en un contínuo plano-secuencia encorseta un poco la puesta en escena. Pese a ello se trata de una excelente película que mantendrá al espectador clavado en la butaca desde el inicio hasta su resolución.

Jeremy Fox (muchocine.com)

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