El 27 de diciembre del 1895 señala la fecha del nacimiento del cine. En este día, los hermanos Louis y Auguste Lumière ofrecen una velada cinematográfica en un café de París -concretamente en el Salon Indien del Grand Café, en el Boulevard des Capucines- donde se proyectaron varias cintas. No debemos olvidar que mientras Francia se establece como la nación origen del cine, con el invento de Louis y Auguste Lumière; en Alemania, y Estados Unidos, inventos paralelos iban a disputarles aquel honor. Lo realmente significativo, es la primera presentación publica de una proyección de cine, más que el invento en si mismo; para esa fecha Thomas Alba Edison, en los Estados Unidos, ya hacía experimentos con imágenes proyectadas de una película rodante a partir de un aparato semejante al de los hermanos Lumière.
La labor cinematográfica de los hermanos Lumière se había centrado en el registro de cuanto sucedía en la calle, en el puerto, en el parque e incluso en el jardín interior de la casa. Era -para decirlo en términos actuales- un cine documental, nacido como documento y testimonio de la calle, del barrio y de la ciudad; en ellas iban quedando reflejadas las costumbres de las sociedades humanas. Las breves películas que como muestras de imágenes en movimiento inician la historia del cine corresponden a hechos cotidianos absolutamente ordinarios. Fueron registradas por la cámara primitiva de los hermanos Lumière y no sobrepasan los 20 segundos de duración.
Salida de los obreros de la fábrica
El regador, regado
La primera película cómica proyectada en una pantalla fue "El regador regado" (L'arrosseur arrossé, 1896) con un asunto harto simple. Un jardinero riega unas plantas, pero un muchacho pisa la manguera impidiendo que salga el agua. Extrañado el botánico, mira la punta, momento que aquel aprovecha para sacar el pie que obstruye el agua mojando al desprevenido regador que se vengará pegándole una buena tunda al gamberrete. Se había inventado el gag, el golpe de efecto, pieza fundamental en toda película cómica que se precie.
La llegada del tren
En esa primera exhibición cinematográfica resulta significativa la conmoción sufrida por el público cuando el tren se acerca hacia el primer plano y parece no detener su marcha. Confundidos y atónitos, los espectadores, sobre todo los de primera fila, se echaron de lado para no ser arrollados por la furiosa locomotora. Con ello se quiere decir que la novedad del realismo nunca había llegado tan lejos.
Aprovechando los recursos de un objetivo con una gran profundidad de campo -el aparato Lumière consigue una gran nitidez desde los objetos situados a un metro hasta el infinito-, la cámara se constituye en el protagonista absoluto del drama. De ese modo, vemos avanzar la locomotora a gran velocidad desde el horizonte, entonces sólo un punto negro, llegar en diagonal hasta nosotros y luego sobrepasarnos haciendo evidente la tridimensionalidad del campo fílmico. Los espectadores descienden del tren y evolucionan por el andén en distintas direcciones, siendo recogidos por la cámara a través de todo tipo de planos y puntos de vista. Dada la inmovilidad de la cámara, que se mantiene fija en todo momento, este efecto que se dará en llamar travelling a la inversa asemeja, en su sucesión de encuadres diferentes, los efectos que logrará el montaje en el futuro.
Sin embargo, los hermanos pensaban que «el cine es una invención sin ningún futuro», con interés sólo para el ámbito de la intimidad. No obstante, aprovecharon todo lo que el nuevo invento les ofreció para generar riqueza y montar un negocio rentable. Los Lumière enviaban un cinematógrafo y un operador allá donde era requerido, por ejemplo a la Coronación del zar Nicolás, etc. Con estas cintas rodadas en los lugares más exóticos del planeta surge el montaje.
Su posición económica y el interés que mostraban hacia la ciencia les hizo menospreciar las posibilidades comerciales de su invento, por lo que finalmente abandonaron la producción cinematográfica.
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