domingo, 18 de septiembre de 2011

Monstruos, S.A., Pete Docter, David Silverman y Lee Unkrich, 2001


Título original: Monsters, Inc.
Director: Pete Docter,  David Silverman,  Lee Unkrich
Guión:  Andrew Stanton & Daniel Gerson
Fotografía: Animación
Música: Randy Newman
Producción: Walt Disney Pictures / Pixar Animation Studios
País: Estados Unidos
Año: 2001
Género: Animación. Comedia. Fantástico



Monsters Inc. es la mayor empresa de miedo del mundo, y James P. Sullivan es uno de sus mejores empleados. Asustar a los niños no es un trabajo fácil, ya que todos creen que los niños son tóxicos y no pueden tener contacto con ellos. Pero un día una niña se cuela sin querer en la empresa, provocando el caos. (FILMAFFINITY)


La cuarta película de Pixar/Disney es probablemente la mejor de todas. Obviamente es la mejor en el apartado técnico, pero en esto se verá superada por la próxima película del tándem (o, a lo mejor, aunque menos probable, por la próxima propuesta de alguna de las rivales), pues la potencia del ordenador progresa con notable velocidad. Por su parte la deslumbrante imaginación y extraordinario talento de los artífices de Monstruos, SA se pueden apreciar en cada uno de los fotogramas del film, que permancen en la memoria, al igual que películas como La quimera del oro, setenta y siete años después de su realización permanece en el recuerdo cinéfilo como una obra de arte absoluta, más allá de su importancia en el progreso del cinematógrafo como técnica, pues detrás de ella había alguien con un talento indiscutible y genial. La curiosa relación no se acaba ahí. En muchos de los films de Charles Chaplin el gag visual se erige en el verdadero protagonista de la función y, en ocasiones, la finalidad misma de cada secuencia es el gag en sí. En las comedias de animación de Pixar y Disney ocurre algo muy similar. El personaje recurrente de Charlot con su bastón y sombrero se asemeja a una caricatura, a un dibujo, no solo por su caracterización sino también por los movimientos que Chaplin le otorga. Incluso el parecido también se percibe en el mensaje moralizante -aunque de polos opuestos- que subayace en ambas filmografías, que en ocasiones ha llevado a mentes obtusas a agredir a las produciones Disney con una aberrante complaciencia, pero no a Chaplin -como es un maestro del cine es intocable- paradójicamente.


Sirva pues, esta (apresurada) comparación para exponer dos aspectos importantes a mi entender en la valaración de una obra cinematográfica. El primero es la importancia que tiene el lenguaje del cine en un film y el talento que se demuestre en su empleo, por encima de otras valoraciones, que permite apreciar films tan magnificos y únicos como Luces de la ciudad o Tiempos modernos, pero también propuestas como Toy Story o Bichos. La segunda se relaciona con lo expuesto al principio: los avances tecnológicos que permiten, en el caso, de la animación por ordenador, gozar de un admirable y estimulante progreso, no deben impedir valorar una cinta por su contenido, a pesar de lo atractivo del envoltorio. Dicho esto, queda claro, por tanto, que considero Monstruos, SA un espléndido film no por sus magnificencias técnicas -que por otro lado son dignas de elogio- sino por su desbordante talento cinematográfico y artístico. Así, por ejemplo, hoy Toy Story sigue siendo un film excelente por encima de su obsoleto impacto visual al lado de las películas actuales (en parte es lo mismo que lo ocurre a los films de Chaplin) y su evidente mensaje moralizante y conservador (recuérdese el retrato que se hacía del chaval "malo" que jugaba a romper juguetes). Sin embargo, hay que ser justos y admitir que, en ocasiones, se puede valorar un film en determinadas condiciones o en medio de una coyuntura favorable, y su posterior visionado puede descubrir otro panoráma bien distinto al recordado; aunque no es el caso de Toy Story, ni, supongo y espero, de Monstruos SA.


Mas, concentremos pleanmente la atención en el film dirigido por Peter Docter. El estupendo guión del que parte el film sitúa la acción en un ficticio mundo paralelo (al nuestro, of course) de nombre Monstrópolis donde Sully y Mike Wachowsky, los monstruos protagonistas de la función, se ganan la vida, como otros tantos, asustando a niños, pues la comunidad necesita de los gritos de éstos para sobrevivir. El monstruo malo -un diseño realmente consegudio- secuestra a una niña, que termina cayendo en las manos de Sully y Mike, que pasaran de la aversión inicial al (previsible) cariño final. La aventura está servida y las situaciones rocambolescas y los gags se suceden casi sin parar, con excelente ritmo narrativo y un no menos aplaudible sentido del humor.

Uno de los mejores aciertos del film es el personaje de la niña, cuyo magistral diseño recuerda, no casualmente, al dibujo tradicional, en especial a algunos cartoons de los años cincuenta y sesenta, que apenas habla -porque es muy pequeña- y que en su inocente mirada es vista por la comunidad de monstruos como un ser dañino y repelente, en un detalle genial. El memorable apodo que le da Sully, Boo, se asemeja con lo onomatopéyica palabra que la niña dice siempre para jugar a asustar (otro detalle tan sencillo como excelente), que tiene su cenit en el desternillante (y antológico) momento en que la niña consigue de esa manera espantar a todos los monstruos en el restaurante. Los momentos en los que aparece Boo o toma el protagonismo rozan la perfección.


Pero las ideas brillantes y provechosas de este film no se acaban ahí ni mucho menos: la CDA, trasunto de la CIA, que se encarga de evitar cualquier contacto con los humanos, pues se cree que son nocivos; hay monstruos desterrados en nuestro mundo como el Yetti cuya aparación es uno de los momentos más divertidos del film; el diseño en general de todo el film que acierta en la recreación clásica de la ciudad y de los monstruos, aunque algunos recuerden el mundo de Henry Selick y/o Tim Burton como la novia de Mike; las hábiles salidas de tono, como el hilarante gag musical; la brillante idea de las puertas interdimensionales que permiten a los asustadores acceder directamente a los cuartos de los niños; el banco de pruebas donde los reclutas aprenden cómo deben asustar a los niños… Por encima de todos los momentos del film sobresale, por el derroche de ingenio, el virtuosismo técnico y la claridad con que esta puesto en imágenes, la secuencia en el inmenso almacén de puertas, digna de figurar entre la antología de la animación… algo, por otro lado, que no es ajeno a Pixar (ni a Disney).

Monstruos, SA no es un film perfecto, tiene algún que otro defecto o "pero", mas tras ver el film la impresión es inmejorable y el deseo de volverlo a ver aún persiste; lo que me permite asegurar que el arte está bañado de una sana imperfección.

José David Cáceres (Miradas de Cine)

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