domingo, 23 de octubre de 2011

Esplendor en la hierba, Elia Kazan, 1961


“Aunque mis ojos ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba; aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor en la hierba, de la gloria en las flores, no hay que afligirse, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.”
William Wordsworth


Título original: Splendor in the grass
Dirección: Elia Kazan
Guión: William Inge
Fotografía: Boris Kaufman
Música: David Amram
Producción: Warner Bros. Pictures, NBI Productions, Newton Productions
País: Estados Unidos
Año: 1961
Género: Drama, Romance
Duración: 124 min.
Reparto: Natalie Wood, Warren Beatty, Pat Hingle, Audrey Christie, Barbara Loden, Zohra Lampert, Fred Stewart, Joanna Roos, John McGovern, Jan Norris


En una localidad rural de Kansas, dos jóvenes se aman y, desde el primer momento, deciden no separarse jamás, pero la desaprobación de sus familias y los intereses ajenos a sus sentimientos son los que decidirán su suerte. (FILMAFFINITY)


Tan romántica como los versos de William Wordsworth es Esplendor en la hierba, una de las mejores películas -puede que la mejor- de Elia Kazan. Es la historia de un amor entre adolescentes que crecen bajo la estricta vigilancia de sus padres y no entienden por qué deben seguir una línea determinada cuando sus corazones les piden lo contrario. Esa confusión les atormenta hasta la locura y les hace estar en boca de la hipócrita sociedad de Kansas inmediatamente anterior al crack del 29. Es una película tan pasional como una obra de Shakespeare; no en vano llena la firma de William Inge, ganador del Pulitzer por Picnic y que, a la postre, también se llevaría el Oscar al mejor guión original.

Por un lado tenemos a los Loomis, una familia humilde compuesta por un padre apocado, una madre represiva y una sola hija, Deanie (Natalie Wood), que parece conforme con la austera educación que le han inculcado. Y por otro lado están los Stamper, nuevos ricos gracias a las acciones del petróleo, con un padre obsesionado por el éxito que ahoga las pretensiones de su mujer y de su hijo Bud (Warren Beatty), pero que no puede meter en cintura a su otra hija, Ginny, lo cual le carcome por dentro.

Deanie y Bud salen desde hace algún tiempo. Son una de las parejas más populares del instituto, sobre todo porque él es el capitán del equipo de fútbol americano. Están en el punto de mira y, además, empiezan a tener problemas por el sexo. Bud siente la necesidad de aliviarse con ella, alentado por su padre, que cree que así reafirmará su masculinidad y ahuyentará su imagen de chico introvertido. No es que Deanie no quiera corresponderle, pero se rige por las estrictas reglas de su madre, que divide el mundo en buenas y malas chicas: las que esperan hasta el matrimonio (y sólo con el objetivo de procrear) y las que no. Y Deanie no quiere defraudarla, ni mucho menos que los vecinos cuchicheen a sus espaldas.


Es inútil, por tanto, obviar que Esplendor en la hierba tiene mucho que ver con el sexo, lo que ya fue un logro para Kazan en el año 1961 (si bien la Liga de la Decencia consiguió censurar parte de la estremecedora escena de la bañera porque a Natalie Wood se le veía el culo). Pero el sexo es sólo la gota que colma el vaso de una generación sin norte, que no entiende los mecanismos de las sociedades hipócritas ni quiere vivir más allá del presente. Cuanto más les aprieten las clavijas, más necesidad tendrán de liberarse, aunque sea cayendo en las redes de la locura. ¿Será entonces cuando los padres se pregunten qué han hecho mal? ¿O le echarán la culpa a Freud, o a sus propios progenitores?

Sea como sea, no leáis los versos de Wordsworth como un lamento nostálgico, sino como una oportunidad para seguir adelante. El brillo del primer amor se apagará y no volverá, pero lo recordaremos siempre y eso nos dará fuerzas para continuar. En esos versos está la esencia de la película, y esa es la dura lección que aprenden nuestros jóvenes protagonistas.

Lo mejor: Natalie Wood, inmensa en todos sus registros, y prácticamente todo lo demás.
Lo peor: Un par de secundarios que desaparecen a mitad de película.
La frase: “No, mamá. No me han desflorado. ¡No me han desflorado, mamá! ¡Soy tan fresca y virginal como el día en que nací, mamá!” (Deanie Loomis = Natalie Wood).

Víctor Guerrero (Plumas de caballo)

No hay comentarios:

Publicar un comentario