miércoles, 12 de octubre de 2011

Four lions, Christopher Morris, 2010


Título original: Four Lions
Director: Christopher Morris
Guión: Jesse Armstrong, Sam Bain, Christopher Morris, Simon Blackwell
Fotografía: Lol Crawley
Música: 
Producción: Wild Bunch Films
País: Reino Unido
Año: 2010
Género: Comedia
Duración: 94 min.
Intérpretes: Riz Ahmed (Omar), Arsher Ali (Hassan), Nigel Lindsay (Barry), Kayvan Novak (Waj), Adeel Akhtar (Faisal), Benedict Cumberbatch (negociador), Julia Davis (Alice), Craig Parkinson (Matt), Preeya Kalidas (Sofía), Wasim Zakir (Ahmed), Mohammad Aqil (Mahmood)


Omar (Ahmed), un musulmán radical de nacionalidad inglesa, ha creado una célula terrorista de la que forman parte su hermano Waj (Novak), un muchacho muy simple, Barry (Lindsay), un extremista que odia a los blancos, y Fessal (Akhtar), un aprensivo fabricante de bombas. Mientras que Omar y Waj están en Pakistán en un campo de entrenamiento mujaidín, Barry recluta a Hassan (Alí), un aspirante a rapero. Cuando Omar regresa a Gran Bretaña, trae consigo un plan: un ataque suicida con bomba contra un objetivo occidental insólito. (FILMAFFINITY)


Si uno se genera una idea de Four Lions, a partir de apenas un par de detalles generales de ella, seguramente acabe cayendo en el error, o generándose unas expectativas sensiblemente distintas a lo que corresponde. Porque cuando uno lee que se trata de una comedia centrada en el choque de culturas (oriente versus occidente), piensa en muchas cosas. Y cuando en cambio le llega una especie de escudo defensivo que reza algo así como que la película no es antirreligiosa ni todo lo contrario, piensa en muchas otras; ¿qué se han metido en un jardín por tocar temas delicados quizás? Nada más lejos. No señor, la película de Chris Morris sabe perfectamente dónde se mete, sobre qué heridas va a echar sal y en qué llagas va a meter mano. Y vaya si escuece. Ojo que vienen curvas: Four Lions va sobre un grupo de musulmanes residentes en Londres cuyo mayor sueño en la vida es provocar un atentado vía inmolación. Y sí, es una comedia, que refugiándose en el humor tiene mucho (y en ocasiones, muy grave) sobre lo que hablar; y si bien es cierto que no hay ningún discurso antirreligioso, sí lo hay anti muchas otras cosas, haciendo que al final, de esa idea preconcebida que había podido hacerse uno sabiendo una o dos cosas, se pase a una potente película de denuncia social, mordaz y necesaria. Ah, sí, y de lo más divertida.




Cuidado, humor de risotada hay poco, que tampoco es plan. Pero desde su arranque, con las tomas falsas del rodaje de un vídeo terrorista, la cinta descubre sus intenciones inesperadas, y al tiempo que el espectador se pregunta "¿pero esto qué es?", presenta al gran descubrimiento de la temporada: un inglés (interpretado por Nigel Lindsay) que se cree terrorista musulmán, y encima especialista en materia. Una delicia de personaje muy cercano al John Goodman que acompaña a Jeff Lebowsky, capaz de decir cosas como que lo mejor para los fines del grupo es atentar contra una mezquita, o que no se puede ganar un debate por el simple hecho de tener razón. Glorioso. Ya lo avisaba antes, que pese a no haber demasiados momentos para la carcajada (alguno sí hay, y muy logrado además), Four Lions es tremendamente divertida, al partir de un guión que se saca de la chistera ingeniosos gags de las mismas situaciones con las que Ron Howard (por ejemplo) hubiera elaborado un dramón de cuidado.


Ahora bien, eso en absoluto implica que el espectador pueda entrar en la sala y salirse de rositas al cabo de hora y media. Que la suya sea una comedia no le impide a Morris poner sobre la mesa una miríada de temáticas que afectan tanto a la sociedad en general como a la inglesa en particular, obligando a propios y extraños a la reflexión. La mixtura entre Oriente y Occidente se lleva la palma, claro, y es tratada (no se asusten) tanto desde una perspectiva positiva como desde una más negativa; acude al dibujo del fresco la figura del personaje más protagonista, un joven idealista, casado y con un hijo, pero sumamente inquieto y deseoso por llevar a cabo su misión suicida. Personalidad que contrasta netamente con la de su hermano mayor, musulmán asentado y contento con su vida occidental, aunque de marcadas costumbres. Y la influencia de un mundo en el otro: impagable ver al cuarteto cantando Dancing in the Moonlight. Otros temas a colación: la presencia de ese ¿eficaz? sistema de videovigilancia inglés que convierte sus principales ciudades en un Gran hermano gigante, las dificultades laborales para el ciudadano medio, las tensiones raciales presentes por doquier por mucho que se oculten... hasta la imposibilidad de entender nada de las tarifas de precios de los teléfonos móviles reciben aquí su correspondiente tirón de orejas.


Salta a la vista, por lo tanto, que a la mínima que se lo proponga, Four Lions puede convertirse de golpe y porrazo en un film mucho más grave de lo que aparenta. Lo vengo avisando todo el rato: hay ocasiones en las que entre gag y gag (o en el mismo gag en sí) la cosa se enchunguece y de qué manera. Trataremos de spoilear lo menos posible, pero imaginad una casa con una familia feliz en que sale el tema de las inmolaciones a colación, y tanto la mujer como el niño (¿qué tendrá, ocho años?) instan al hombre a que se haga explotar para ir al cielo. Escuece, y eso que es de las flojitas. Pero es que en el fondo, de eso va la cinta. Lo que no tarda en convertirse en un esperpento de lengua viperina necesita de ese veneno para dar en la diana, que se traduce en lo absurdo del terrorismo.

Y a todas estas, ¿la película, qué tal? Pues bien, gracias. No es ni mucho menos perfecta, puesto que opta por un estilo discutible (zooms anacrónicos, tembleques excesivos, montaje presuroso...) con el que cuesta hacerse al principio. Y porque su ritmo no es todo lo constante que se desearía: no son pocos los bajones que en ocasiones ponen en serio peligro al conjunto. Pero aparte de estas lagunas, alcanza unos niveles muy elevados, y la verdad es que, por todo lo que venimos diciendo hasta ahora, la gracia sale prácticamente redonda. Súmese a todo ello un final de órdago, estocada mortal de su tesis sobre lo absurdo, y ya lo tenemos: Four Lions es una de las grandes del año. Qué gracioso, oigan.

Capitán Spaulding (La casa de los horrores)

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