Título original: Magnolia
Dirección: Paul Thomas Anderson
Guión: Paul Thomas Anderson
Fotografía: Robert Elswit
Música: Jon Brion (Canciones: Aimée Mann)
Producción: New Line Cinema
País: Estados Unidos
Año: 1999
Género: Drama
Duración: 188 min.
Intérpretes: Tom Cruise (Frank T.J. Mackey), Philip Seymour Hoffman (Phil Parma), Julianne Moore (Linda Partridge), Jeremy Blackman (Stanley Spector), Melinda Dillon (Rose Gator), Philip Baker Hall (Jimmy Gator), Ricky Jay (Burt Ramsey / Narrador), William H.Macy (Donnie Smith), Alfred Molina (Solomon Solomon), John C.Reilly (Oficial Jim Kurring), Melora Walters (Claudia Wilson Gator), Michael Bowen (Rick Spector), Jason Robards, April Grace, Eileen Ryan, Genevieve Zweig, Thomas Jane, Luis Guzmán, Michael Murphy, Robert Downey Sr., Miriam Margolyes, Cory Buck, Henry Gibson
La película consta de nueve tramas paralelas que tienen lugar en el Valle de San Fernando, en Los Angeles: un niño prodigio, el presentador de un concurso de televisión, un ex-niño prodigio, un moribundo, su hijo perdido, la mujer y el enfermero del moribundo. Son historias aparentemente independientes, pero que guardan entre sí una extraña relación. (FILMAFFINITY)
Finales del XX, principios del XXI
Las grandes epidemias han desaparecido. Brotes virales como la reciente neumonía asiática resultan más próximos al circo o espectáculo mediático que a la plaga de repercusión mundial que se anunciaba en los informativos. Vivimos, pese a la coexistencia con enfermedades como el SIDA o el cáncer (cada día más prevenibles y tratables gracias al progreso médico), con una enorme sensación de seguridad. Paralelamente, la mayor parte de la población mundial se ha ido concentrando intensamente en los grandes núcleos urbanos, formando enjambres en los que sentirse acogidos y protegidos. Lejos de la falacia de la inseguridad ciudadana perpetrada por la derecha (y ,lastimosamente, también por parte de la izquierda), el mundo occidental ha alcanzado un nivel de bienestar social envidiable y el problema más serio hoy en día lo encontramos en las desigualdades entre los diferentes mundos en los que se haya escindido el planeta. Si tuviera que efectuar un diagnostico sobre nuestra colectividad en lo que se refiere a las estructuras sociales básicas, diría que goza de una salud sana. Sin embargo, y ahora entraré en el difícil y pantanoso terreno que delimita lo social y lo individual, me parece que el individúo del final del siglo XX y principios del XXI se encuentra en una situación de debilidad e inferioridad respecto a su supuesto rol en la colectividad. Mientras todo parece marchar bien, algo no termina de funcionar en nuestras vida. Finalmente, resulta que toda aquella aparente coraza que nos protege no nos da la felicidad. Nos encontramos rodeados por millones de individuos como nosotros y nos sentimos solos y enfermos.
Magnolia es una película sobre la enfermedad del ser humano del presente. Una terrible y tortuosa soledad que nos hace sentir incomprendidos, maltratados y hundidos. Asimismo, Magnolia es también una película enferma. Desequilibrada, excesiva, opulenta, artificiosa y cinéfila. Y, sin embargo, es esa misma enfermedad la que la convierte en una experiencia arrolladora y traumática, explorando sin miedo al ridículo y con una sinceridad herida por la rabia la compleja sensibilidad de una realidad que contemplamos atónitos.
«I really do have love to give, I just don’t know where to put it.»
(Verdaderamente tengo mucho amor para dar, pero no sé dónde ponerlo)
Ex-niño prodigio Donnie Smith en Magnolia.
Las películas de Paul Thomas Anderson (PTA de aquí en adelante) hablan acerca del amor, el amor en todas sus formas: la necesidad de amar, la búsqueda de amor, la carencia de amor y la capacidad o incapacidad de amar. A diferencia de otras de sus películas, en Magnolia PTA concentra su interés en las diferentes formas de ausencia de ese amor.
Uno de los amores más sencillos y, aparentemente, fáciles que existen es el de la familia. Un amor que no necesita de coincidencias o esfuerzos para nacer. Un amor del que carece, por ejemplo, Frank Mackey (interpretado por un inspirado Tom Cruise). Desnudo por esa ausencia, convertido en un ser perdido, encontrará el camino para llenar ese vacío. La anestesia que le permite olvidar el dolor de la ausencia de su padre tiene forma de rencor. Un rencor que actúa como coraza y que apunta hacia todas las direcciones. Frank siente que todo el mundo quiere hacerle daño y ha encontrado la solución para que nadie le vuelva a hacerse sentir vulnerable: «respetar la polla, y domar el coño». Frank no desea relacionarse con seres humanos, Frank prefiere las pollas y los coños convirtiendo las relaciones humanas en campos de batalla en los que él siempre será el vencedor, ya no habrá más derrotas. Frank va a follarse a cualquier “coño” que desee y lo hará cuando quiera y donde quiera. Sólo la posibilidad de vengar el sufrimiento de su madre posibilitará que el muro en el que se ha convertido su mirada suficiente y orgullosa se derrumbe.
Si las heridas de Frank han endurecido su piel, las de Donnie Smith (William H. Macy) y de Claudia Wilson Gator (Melora Walters) los han convertido en seres débiles e inseguros. Con la capacidad y habilidad para amar amputada, Claudia, víctima de los abusos sexuales de su padre durante su niñez, es un ser que deambula desvalido por caminos de autodestrucción. El ex-niño prodigio Donnie Smith se siente confundido, confunde su obsesión por un camarero ignorante con un amor verdadero, y esto se suma al desconcierto que le provoca ser incapaz de canalizar y externalizar un sentimiento de amor que le absorbe y que convierte su inteligencia en una herramienta inútil que sólo ha servido para destruir lo único precioso que verdaderamente tuvo un día, su niñez (es tan fácil «confundir a los niños con ángeles»).
Pese a la existencia de muchísimos personajes no es algo usual encontrar el amor en pareja en las películas de PTA, Magnolia no es una excepción, sino más bien el paradigma de dicha teoría, a pesar del carácter coral de la obra, podría decirse que la única relación de pareja que presenciamos es la que nace entre Jim Curring (John C. Reilly) y Claudia. Historias de amor poco convencionales, nos muestran el encuentro de gente que por su carácter está acostumbrada a la soledad, que ha asumido esa soledad como algo natural y inherente a sus vidas, relaciones en las que se detecta que para estas personas relacionarse y comunicarse supone un esfuerzo demasiado grande. Las situaciones que vivimos junto a ellos están más caracterizadas por la incomodidad con la que las enfrentan que por la ilusión de un encuentro salvador e inesperado. El amor en pareja en las películas de PTA se nos presenta como un deseo de amor dulce y artificiosamente sincero que se intuye en pequeños detalles cuya ternura se ve enfatizada por la crudeza y tristeza que rodea a los personajes. Ese vertiginoso caudal de sinceridad verbal en el que se ven sumidos los personajes andersonianos los sitúa ante el espectador en un complejo equilibrio entre el ser desvalido del conocimiento de las reglas sociales más comunes y una persona que enfrenta a conciencia la realidad de sus problemas. La equidistancia a ambas posibilidades es un elemento de tensión dramática con la que juega constantemente PTA en sus diálogos, una de sus grandes virtudes o defectos. Pero volvamos al amor. Un amor que llama la atención por su inocencia, muy alejada de la naturaleza o comportamiento habitual de sus protagonistas, una inocencia cercana al amor infantil o platónico, una de las características del cual es la ausencia de carnalidad. El sexo se encuentra presente en mayor o menor medida en todas las películas de PTA. En Magnolia el sexo aparece mayormente en los diálogos, Frank Mackey habla continuamente acerca de sus hazañas sexuales, mientras que Linda (Julianne Moore) y Earl (Jason Roberts) mencionan el sexo durante las confesiones de sus infidelidades. También vemos sexo entre Jimmy (Phillip Baker Hall) y una de sus amantes, así como se intuye que existió sexo entre Jimmy y su hija Claudia años atrás. No es difícil ver como ese sexo no es nunca una expresión de amor, al menos del amor que se nos pretende mostrar en las historias que conforman el relatos. Pareciera que todo este sexo actúa principalmente como contraposición al amor de las parejas, subrayando el carácter inocente y puro de éstas (algo no carente de cierto conservadurismo).
«¡Hay que captar la atención del espectador en los cinco primeros minutos!» Paul Thomas Anderson
Esta afirmación hace referencia a los chistes o anécdotas que se pueden encontrar en las películas de PTA en los primeros minutos de duración, como por ejemplo la caja de cerillas que explota por combustión espontánea en el pantalón de John en Sidney o las tres historias de coincidencias que dan inicio a Magnolia. Yo iría más allá con esa afirmación, creo que los comienzos de las películas de PTA son apasionantes, no sólo por las bromas y por el humor del que a veces carece el resto del metraje de sus películas, sino por la capacidad para presentarnos en pocos minutos una situación inicial clara y simple en su planteamiento pero llena de matices, detalles y pistas de la innumerable cantidad de elementos que llenarán la pantalla durante las siguientes horas. Las películas de PTA son películas de personajes, y en pocos minutos los tenemos perfectamente definidos y situados. Las tácticas son diferentes pero el objetivo y el resultado similar. El caso de Magnolia es el más espectacular, ya que en un abrir y cerrar de ojos tenemos: la introducción con las tres historias de casualidades que nos ponen en el ambiente (“the mood”) de la historia y nos plantean algunas de las incógnitas que se tratarán de resolver y la presentación de todos (muy numerosos) los personajes protagonistas, conoceremos su situación, sus problemas, pinceladas de su carácter e incluso su función dentro del esquema de la película. Todo ello en un recital de velocidad narrativa, acumulación de detalles visuales y marcas de estilo (numerosos y variados movimientos de cámara, tipos de iluminación, recursos narrativos...).
Y ya que hablamos de comienzos, hablemos de la estructura completa de la películas. Sin necesidad de un esfuerzo de análisis demasiado intenso podemos dividir Magnolia en tres bloques claramente definidos: presentación de la situación, “breakdown” (término utilizado por el propio Anderson) y desenlace. Estos bloques son distinguibles no sólo por su contenido narrativo sino también, y sobretodo, por su ritmo. Presentación: mirar párrafo anterior. Breakdown: en esta fase de la película observaremos como todos los personajes se ven rendidos ante su enfermedad, una realidad que a ritmo de número musical se desvela como una caída imposible de parar. Todas estas situaciones provocan que el ritmo de la historia caiga en picado, abundan las transiciones de historia a historia y los tiempos muertos dramáticos, todo ello mientras la banda sonora (omnipresente a lo largo de casi todo el filme) intensifica el estado de tensión dramática latente, advirtiendo la inminente llegada del desenlace. Desenlace: redención y esperanza, ese parece ser el mensaje que PTA pretende que prevalezca en el final de sus historias, pero lo consigue solo a medias ya que, pese a ser un descarado amante de los finales felices, no puede pretender que tanto mal desaparezca de un plumazo. El final de Magnolia, en forma de epílogo literario, es la síntesis final de todas las preocupaciones y conflictos que se plantean en la película. Unos recibirán el perdón y una nueva oportunidad, otros no podrán superar el dolor de sus heridas, y sin embargo no todo queda tan atado como podría parecer. Me gustaría analizar con cierta profundidad la visita final de Jim a la casa de Claudia. Una declaración de amor (improvisada por PTA en el último momento, no aparece en el Shooting Script) y a la sonrisa de Claudia. Pero, ¿qué nos quiere decir esa sonrisa? Según PTA significa que aún existe esperanza y que Claudia enfrentará la posibilidad de amar y ser amada. Pero creo y defiendo que esa sonrisa puede tener más de un significado. Creo que esa sonrisa es interpretable como la exteriorización de una derrota tan intensa que sólo se puede expresar a través de una expresión opuesta a su origen, según esto podría leerse que, pese a que la belleza existe en este mundo, también existen personas que, como dice la canción que suena en ese preciso instante, “sospechan que nunca serán capaces de amar a nadie”. También pienso que esa sonrisa se puede interpretar como un guiño al espectador, una búsqueda de complicidad que nos permita decir “las cosas no son tan serias y terribles como se muestran en esta película”. No sé, yo me quedo con las tres.
«Cosas como éstas pasan todos los días»
narrador en Magnolia
Magnolia se presenta ante nosotros como una búsqueda de respuestas, como un estado de desorientación e incomprensión de una realidad que no sabemos explicarnos, como un estado de ansiedad que confunde nuestra razón. Una búsqueda de respuestas a ese algo que mantiene perdidos a los habitantes del universo Magnolia (una muestra del mundo, cuyas elecciones poco tienen que ver con la casualidad, según los ojos de PTA), la respuesta a: ¿cuáles son los mecanismos que rigen el transcurrir del tiempo, como máxima representación del suceder de las cosas?. Una de las expresiones más repetidas a lo largo de la película en forma de afirmación rotunda o dubitativa es el “son cosas que pasan”. El narrador de los tres sucesos (anécdotas) que conforman el singular comienzo de la película no puede dar crédito a que estas “cosas” sean fruto del azar («esto, por favor, no puede ser una de esas cosas, en mi opinión, no puede ser…»), Stanley Spector afirma con pasmosa tranquilidad, mientras observa una inexplicable lluvia de ranas, que ésa es una de esas cosas que pasan, y un cuadro en la pared de la habitación de Claudia Wilson Gator, nos rebela que aquello (la lluvia de ranas) realmente pasó.
Este enigma conforma la primera capa de la caleidoscópica Magnolia, la cáscara, que a modo de truco de guión ayuda a crear un primer clima de agobio que nos ponga alerta, que nos haga pensar “esto va a ser algo grande”. Porque no se me ocurre calificarlo de otra manera: un truco. Que fácil es desconcertar a una persona preguntándole “¿por qué pasan las cosas?”, imposible rehuir la pregunta, imposible esquivarla o buscarle un fallo que la anule. Las cosas pasan, el tiempo no se toma descansos y actúa como un motor sin piedad ante aquellos que quieren darle la espalda a la realidad, como es la gente que habita Magnolia.
Para dar todavía más juego a esta trampa, tenemos múltiples respuestas a la pregunta en cuestión, múltiples repuestas en boca de varios narradores. Cuando parece que las cosas empiezan a tener cierto sentido, aparece otro narrador que nos devuelve al lugar donde las preguntas no parecen tener repuestas. Primero, nos encontramos con el narrador que no aparece en pantalla, esa voz en off desconcertada que asiste alucinada y temerosa a todos los acontecimientos que vamos viendo. Este narrador tiende a representar la postura que afirma que todo es cuestión del azar, ya que, pese a repetir múltiples veces que esto no es así, la negación se transforma en defensa y nos permite aferrarnos a esa posibilidad. Podría parecer que ese narrador puede ser la voz de PTA en primera persona y por tanto su visión más personal, pero la voz del policía Jim Kurring está tan cerca de PTA como la del primer narrador. Jim Kurring representa claridad en medio del caos, todo parece derrumbarse, pero todavía existe gente buena que tiene unos principios claros, que actúa ante la vida de forma comprometida, cuyo trabajo-vida se rige por unas normas-principios que lucha por obedecer-defender. Jim Kurring sabe lo difícil que es perdonar, lo difícil que es escoger qué se puede perdonar, sabe lo que es vivir solo y sabe qué es lo que tiene que hacer. Por último, y como narrador menos importante, en mi opinión, tenemos las señales. Magnolia está llena de señales, señales escondidas que parecen decirnos que todo lo que va a pasar está determinado, que todo lo que está pasando tiene un porqué y una consecuencia, que todo nos lleva a un momento clave (lluvia de ranas) que va a desenredar la tela llena de nudos en la que se ha convertido la realidad. Las señales están por todas partes: escondidas en centenares de planos de la película existen referencia escondidas, o no tanto a una cifra: 8.2. Esto hace referencia al pasaje bíblico “Éxodo 8.2” que dice «Y si no lo quisieres dejar ir, he aquí yo castigaré con ranas todos tus territorios». Según esto, todo lo que nos sucede estaría guiado por una fuerza sobrenatural (Dios) que nos premia o castiga según nuestras acciones (en este sentido es interesante apuntar que en el primer guión de Magnolia se podía ver como recogían el cuerpo muerto de Jimmy Gator en el epílogo de la película, cosa que no queda del todo clara en el montaje final). PTA afirma lo siguiente respecto al tema del “Éxodo 8.2”: «el éxodo 8.2 describe la plaga de ranas en la Biblia. Lo gracioso es que mis razones para usar la plaga de ranas no es exactamente bíblica. En realidad no supe que esto aparecía en la Biblia hasta que terminé de escribir el guión. Las lluvias de ranas son algo que sucede realmente.» «Simplemente pensé que sería divertido como director plantar por todas partes el 8.2 como parte de un juego».
Y todo esto conforma ese juego-eje de esta historia, que pese a tener una presencia suficientemente intensa no es la única pieza interesante que compone Magnolia.
Lejos del juego se encuentra la realidad y la vida. Magnolia es un vómito de miles de ideas, reflexiones, principios, recuerdos y homenajes que rondaban por la mente de PTA cuando este decidió enfrentar la escritura del guión de la película. Esta suma de elementos hacen de Magnolia la película más personal de PTA. No defiendo como una virtud clara la aglomeración excesiva de elementos en pantalla, ya que este exceso no permite la fácil digestión de detalles visuales, pero me parece que lo que sí consigue PTA es que todas estas partículas de su experiencia y conocimiento apunten en la dirección que él desea. Hay multitud de ejemplos de la cantidad de fuentes de inspiración y experiencias que influyeron de una u otra manera en el resultado final de la película:
- La frase, varias veces repetida por diferentes personajes «y el libro dice, podemos haber acabado con el pasado, pero el pasado no ha acabado con nosotros» que hace referencia a la influencia de las acciones del pasado sobre nuestra vida presente (sobretodo del sentimiento de culpa o de injusticia), no proviene, como parecería a simple vista, de la Biblia, sino del libro “The Natural History of Nonsense” de Bergen Evans, un libro acerca de fenómenos extraños parecido a los libros escritos por Charles Fort. Fue en uno de los libros de Charles Fort donde PTA leyó por primera vez acerca de la lluvia de ranas. Según PTA: «el libro de Evans intenta racionalizar el hecho de que la gente crea en rumores, leyendas urbanas y fenómenos extraños» (léase lluvia de ranas, submarinistas en medio de un bosque o GreenBarry Hill). Otro detalle, Stanely Spector aparece leyendo el libro “Wild Talents” de Charles Ford.
- Durante la presentación de Stanley (repondiendo preguntas a toda velocidad en la pantalla de un televisor) una de sus respuestas es “Donald W. Winnicott”, un psicoanalista especializado en el efecto sobre la personalidad del trato recibido durante la infancia por parte de los padres, tema explorado y analizado en la película desde múltiples ángulos.
- Otras referencias escondidas en la película apuntan a la Masonería. Uno de los libros que estudia Stanley es “La historia de la Masonería”. Pueden verse varios símbolos propios de la simbología masónica en los decorados del concurso “What Do Kids Know?” (un compás colocado al revés, una escuadra, el signo que representa al número pi…). La referencia más clara son ciertos detalles de la relación entre Jimmy Gator y el personaje que encarna Rick Jay (el productor del programa), estos apuntan a que ambos comparten el culto a la Masonería: antes de que Jimmy empiece el concurso Rick le da un saludo tradicional masónico, “we met on the level and we depart on the square”, además Jay coloca su mano sobre la espalda de Jimmy revelando que lleva un anillo típico masón. Todas estas referencias tomarían sentido en el hecho de que estas dos personas que deberían regirse por una serie de normas morales propias de la institución a la que representan (el amor al prójimo, el amor a los débiles, el rechazo a la avaricia o la protección de la inocencia) son dos de los personajes con una actitud moral más reprochable, mostrándose como seres despiadados, cobardes e irrespetuosos con una de las pocas cosas bellas de este mundo: la infancia y su inocencia.
- Poco antes de escribir el guión PTA sufrió, en la carne de personas muy cercanas, la devastadora presencia del cáncer, “debo reconocer que, cuando el cáncer se entromete en la vida de un ser humano, se comporta como una gran ola. Yo he estado allí, y he sentido lo que es estar sumergido en la espiral que es el cáncer.”
- Muchos de los personajes que aparecen en la película son un collage de elementos de la vida de PTA. Un ejemplo, Stanley Spector: durante sus primeros años de experiencia laboral, PTA trabajó en un concurso llamado “Quiz Kid’s Challenge” en el que vio a gran cantidad de niños utilizados como objetos de divertimento y lucro. Fiona Apple (compañera de PTA) le contó una vez que «cuando estaba empezando a dar conciertos, a los 19 años, se dio la situación donde ella tenía muchas ganas de ir al baño, pero sus managers la obligaron a salir al escenario», algo parecido a lo que le sucede a Stanley en el concurso. También quiso transmitir a través del personaje de Stanley una sensación que vivió después del estreno de Boogie Nights: «entonces había toda esa presión sobre mí. Y yo pensaba, vale, quería esto y lo he conseguido, pero todavía soy demasiado jodidamente joven y aniñado como para encontrarme realmente en esta situación».
«A veces la gente necesita ser perdonada»
Jim Kurring en Magnolia
Manuel Yañez (Miradas de Cine)
Hola,que tal es? me la recomiendas....parece interesante,veo que ves casi a peli por dia..
ResponderEliminarummm bien asi puedo seguirte ajajajaj
muxu bat
Hola, lena, ver una película al día era el objetivo que me había planteado desde hace tiempo, aunque no siempre es posible cumplirlo...
ResponderEliminarEn cuanto a Magnolia, te la recomiendo. Es una película muy larga, algo más de 3 horas, y se desarrolla a lo largo de diferentes tramas que acaban coincidiendo (de allí supongo que proviene el título de la misma, diferentes pétalos que forman una compleja flor), por lo que no se hace en absoluto nada pesada de ver, es más, a mí se me pasó el tiempo volando.
Es una de esas películas que deja poso porque plantea muchas reflexiones: la soledad, el amor, la culpa, el rencor, el perdón, la redención...
Muxu bat, neska polita