domingo, 4 de diciembre de 2011

Gèorges Méliès, el inventor de los efectos especiales


Géorges Méliès (8 de diciembre de 1861 - 21 de enero de 1938)

Uno de los asistentes a la histórica proyección del 28 de diciembre fue un francés de 35 años de edad, hijo de un fabricante de zapatos y aficionado a la magia y el ilusionismo, Georges Méliès, que llevaba 10 años como director del teatro de ilusionismo Robert Houdin (llamado así en memoria del gran ilusionista de todos los tiempos). Méliès quedó impresionado con el invento y trato de comprar el cinematógrafo de los Lumière por 10.000 francos; pero fue un intento fallido, pues el padre de éstos no accedió a venderlo argumentando que "el aparato podría ser explotado durante algún tiempo como curiosidad científica, pero no tenía ningún porvenir comercial". Afortunadamente, Méliès se enteró de que un óptico inglés, Robert William Paul, había lanzado al mercado un aparato similar al utilizado por los Lumière bajo el nombre de Bioscopio, y a él si pudo adquirirle uno por 1.000 francos, con él comenzó a exhibir películas en su teatro de variedades, magia e ilusionismo, al tiempo que le hace perforar a Paul varios miles de metros de película Kodak virgen para iniciar su propia producción cinematográfica.

Al principio Méliès sigue la senda abierta por los Hnos. Lumière en cuanto a la producción de películas documentales de la vida diaria, realizando unas 80: Escenas de la calle, Salida de la oficina, Llegada del tren, Los baños de mar, Escenas infantiles, etc., tan carentes de originalidad como de ingenio.

Sin embargo, una mañana de 1986, mientras estaba rodando, un grano de arena detiene el engranaje de la cámara, una vez retirado, la filmación continuó pero al proyectar la película vio con asombro cómo un autobús se transformaba bruscamente en una carroza fúnebre. Después de reflexionar un poco, recordó que la película se había detenido en el momento de tomar las imágenes. Un incidente insignificante lo convirtió, tiempo después, en un maestro en el manejo de la cámara y del truco en la pantalla. La primera película en la que utiliza a propósito el truco recién descubierto fue Escamoteo de una dama (1896):

Para la realización de sus cintas, Méliès creó una productora, Star Film Studios, y construyó su propio estudio en su finca de Montreuil, a las puertas de París: era un lugar único con techo y paredes de cristal para aprovechar al máximo la luz solar, la luz artificial usada por los fotógrafos era de uso muy peligroso y difícil en el cine, y sólo Méliès se atrevió a usarla una vez antes de 1906, para el rodaje de cuatro números del cantante Paulus. En su estudio combina la decoración teatral con las telas pintadas de uso frecuente en los estudios de fotografía, en un extremo hace construir un cuarto oscuro en el que guardar la cámara, usar como laboratorio y efectuar los trucos, y en el otro hace montar un escenario con amplios bastidores y toda la usual tramoya teatral: pasarelas, trampas, ascensores, plataformas giratorias, etc.


Contando con ese estudio, Méliès profundiza en las posibilidades mágicas del cine e inventa la sobreimpresión, la fotografía compuesta, la exposición múltiple, hay siete en El hombre orquesta o El Melómano, las maquetas o modelos reducidos, y el acercamiento de cámara, en una especie de travelling, en El hombre de la cabeza de goma, que protagonizó el propio Méliès en 1901.

Otra contribución de Méliès al cine fue la introducción, aunque rudimentaria, del color. Hacia 1900 empezó a utilizar obreras parisienses, hábiles y mal pagadas, que coloreaban pacientemente con pincel los millares de imágenes que componían sus primeras películas de fantasía. Con este procedimiento, Méliès supo obtener notables efectos artísticos. Como si todo esto fuera poco, a Méliès corresponde también la prioridad en la introducción de diversos géneros cinematográficos, como los noticiarios, el drama histórico, el teatro filmado, la ficción científica, la novela de aventuras, el film cómico y la llamada "feerie" (comedia de magia).

Pese a ello, en aquellos primeros años, Méliès no usa las posibilidades del montaje para cambiar de plano, siguiendo, como los Lumière, concibiendo cada uno de ellos con valor teatral. Es cierto que llega a emplear el Gran Primer Plano, pero no con intención dramática sino para crear un efecto de gigantismo en Gulliver:




Al llevar el teatro al cine, Méliès logró imprimir a sus películas un toque único: ya no eran simples retratos de la realidad sino narraciones de historias. Otro acierto fue utilizar los recursos del teatro: guión, vestuario, maquillaje, escenografía, tramoya, división en escenas y actos, recursos aún vigentes en el cine actual. Si bien esto fue un acierto para la creación del espectáculo cinematográfico, un error que a la larga dejaría a Méliès fuera de la industria fue colocar siempre la cámara en el fondo del estudio, como un espectador en su butaca: la movilidad en sus cintas fue lograda por el montaje, no por el movimiento de la cámara.

Para valorar la gran capacidad creativa de Géorges Méliès y la diversidad de temas tratados por él, a continuación se enlaza una selección cronológica de sus películas:


Y, para terminar, Juana de Arco (1899), una superproducción con 500 personas en escena y 15 minutos de duración:


Mélies supo ser productor, realizador, creador de efectos especiales y guionista al mismo tiempo. Tuvo que luchar en Estados Unidos contra la explotación ilegal de sus películas y, tras una guerra industrial sin cuartel en defensa de sus intereses, quedó arruinado, siendo descubierto en 1928 en un modesto puesto de chucherías que regentaba. Murió de un cáncer de estómago en el Asilo de Retirados del Cine en 1938. Más tarde fue reconocido por la crítica como el Mago del Cine, y hoy se le conoce por el Gran Mélies.

A partir de ese momento el cine fue diferente: surgieron realizadores con diferentes visiones del mundo que perfeccionaron el arte y la técnica, convirtiendo el cine en un medio de expresión único.

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