sábado, 12 de noviembre de 2011

Cenicienta, Géorges Méliès, 1899

Título original: Cendrillon
Dirección: Georges Méliès.
Guión: Georges Méliès, basado en el cuento de Charles Perrault.
Producción: Georges Méliès para Star Film Studios (Montreuil, Francia). E: octubre de 1899.
País: Francia.
Duración: 140 metros (6 min. aprox.).
Intérpretes: Srta. Barral (Cenicienta), Bleuette Béron (el hada madrina), Georges Méliès (el gnomo barbudo en el péndulo), Jehanne d'Alcy (la reina), señora Depeyrou (una de las hermanastras), M. Carmély (el príncipe).


En su ya considerable trayectoria, el genio de Méliès ha demostrado su extraordinario talento en todos aquellos géneros cinematográficos que ha tocado. De ese modo, tanto los films de trucos teatrales, como las actualidades reconstruidas o las fantasías cinematográficas saben ya de la maestría del mago de Montreuil. En esta ocasión, Méliès se asoma a la imaginación infantil con Cendrillon, una comedia que él mismo había representado tiempo atrás en la escena y cuyo argumento está inspirado en un cuento de Charles Perrault.
La producción es abordada desde el primer momento con la envergadura que merece y, con sus más de 100 metros, se trata del film de mayor duración rodado hasta la fecha por el realizador. Fiel a su estilo habitual, Méliès concibe para el film una planificación absolutamente teatral. De ese modo, la película está dividida en cuadros, mientras los actores aparecen dispuestos sobre un escenario y se desenvuelven con un estilo interpretativo basado en la mímica y el gesto. Además, la continuidad narrativa espacio-temporal se respeta con todo rigor. Aunque el resultado es, en efecto, una pantomima filmada, Méliès no renuncia a introducir en ella ciertos trucos propios del medio cinematográfico. Así, la transfiguración de la calabaza en carroza se realiza mediante una parada por sustitución, mientras que, para enlazar la secuencia en que Cenicienta sale de su coche con otra en que la muchacha entra en el salón de baile, se utiliza el efecto denominado mutación a la vista, que no es sino la manera que Méliès tiene de entender el montaje. Como colofón a la obra de gran espectáculo que es, la película finaliza con una apoteosis inspirada en la opereta y el music-hall, en la cual llegan a coincidir treinta y seis comparsas en pista.

Luis Enrique Ruiz, Obras Pioneras del Cine Mudo (1895-1917), Ediciones Mensajero, Bilbao, 2000

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