miércoles, 23 de noviembre de 2011

Seda, François Girard, 2007


Título original: Silk
Dirección: François Girard
Guión: François Girard, Michael Golding (Novela: Alessandro Baricco)
Fotografía: Alain Dostie
Música: Alain Dostie
Producción: Coproducción Canadá-Italia-Japón; Rhombus Media / Fandango / Bee Vine Pictures
País: Canadá
Año: 2007
Género: Drama. Romance
Duración: 110 min.
Intérpretes:  Michael Pitt, Keira Knightley, Koji Yakusho, Alfred Molina, Kenneth Welsh, Sei Ashina, Miki Nakatani


Basada en una popular novela de Alessandro Baricco, narra la historia de Hervé Joncour (Michael Pitt), un mercader francés del siglo XIX, que comercia con gusanos de seda y que está casado con Helene (Keira Knightley). En uno de sus viajes al Japón mantiene un romance clandestino y prohibido con una misteriosa y sensual mujer. (FILMAFFINITY)


El sábado pasado volví a ver Seda, la película basada en la peculiar novela de Alexandro Baricco, la daban por televisión en una de esas cadenas que nunca se me ocurre ver porque no soporto sus cortes publicitarios;  aquel día no estaba en mi casa y las circunstancias del momento propiciaban el volver a verla así es que, por varias razones, es lo que hice. Seda no es una película magistral, es muy lenta, pero tiene en su haber que es una bellísima película, la fotografía es espectacular y la cuidadosa puesta en escena y los pequeños detalles que la envuelven aumentan su belleza. El director ha realizado la adaptación de una novela en la que no abundan ni las descripciones ni los diálogos pero que es pura poesía y la belleza de las imágenes de la cinta transmiten, bajo mi punto de vista, esa sensación. Solamente por disfrutar de nuevo de ello, valía la pena aguantar las molestias de esos cortes intempestivos y desmesurados (más de 5 minutos de publicidad cuando faltaban sólo unos instantes para la conclusión de la proyección).


Pero había una razón más importante para volver a verla... el recuerdo de cuando la vi por primera vez en una sala de cine. Mientras desfilaban las imágenes ante mi vista, volví a revivir aquella tarde de invierno en esa ciudad del norte en la que tan buenos momentos he pasado. Recordé la lluvia al salir del cine y el reconfortante café de después en una cafetería modernista y, al mismo tiempo, todas las vivencias de aquel viaje que tengo que repetir sin tardanza para reencontrarme de nuevo con las personas que me dejaron tan vivos recuerdos. Ver Seda me ha hecho renacer las ganas de volver a Bilbao.


Siempre me ha maravillado el poder evocador del cine, como determinadas películas quedan inmediatamente ligadas a ciertos recuerdos y como, al oír hablar de ellas o al volverlas a ver, esos recuerdos reaparecen como por arte de magia, algo parecido a lo que sucede cuando vemos una fotografía y automáticamente rememoramos las circunstancias que envolvían aquel momento fugaz en que fue tomada.



Platón o la pasión por las sombras

No puedo más que decir que me ha encantado esta película. Ante todo es un recorrido interior, ya que vemos que está narrada por el protagonista (Michael Pitt), esto ya nos adelanta que lo que vamos a ver es su visión subjetiva, técnica muy usada por cierto en cualquier película épica que se precie, como por ejemplo Leyendas de Pasión, narrada por el amigo Indio de Brad Pitt. Pues bien, como iba diciendo, el protagonista idealiza todo lo que ve o siente, lo interioriza, lo adapta, lo malea y lo convierte en su realidad, para así vivir entre sombras acomodadas a él. Ya lo lo explicó claramente Platón en su caverna. Michael Pitt solo quiere a Keira Knightley mientras es un ideal, cuando se casa deja de ser algo especialmente atractivo. Cuando llega a Japón y ve a la fascinante belleza oriental hace lo mismo, la idealiza mientras no es capaz de tenerla. Solo siente lo que no tiene, no porque no lo tenga, sino porque así no se estropea. Mantiene, por así decir, un actitud adolescente ante la vida, por ello la película es tan lenta y sin sustancia, aparentemente, ya que el protagonista se limita a contemplar la vida sin más; va al ejercito porque su padre lo quiere, va a oriente a buscar la seda porque un empresario así lo quiere, él no decide, deciden por él, pero porque le gusta, le llena y le apetece. En fin todo un estudio sicológico de amores platónicos, que abundan más de lo que parece, narrado en el más puro estilo romántico. Una bella película.


Es necesario que analicemos algunas escenas que parecen incongruentes. La primera es la escena de sexo con una oriental (que no es la que él ama) y la segunda es la escena del baño. Bueno, pienso que ambas son producto de su imaginación. Está imbuido de sus propios deseos por la japonesa, que además es la amante del jefe del clan, casi nada, algo verdaderamente inalcanzable para cualquiera incluso para él, con la diferencia que a él no le crea insatisfacción, al contrario, convive con ello estupendamente, es más, solo vuelve a tener interés por su esposa cuando se entera que está enferma. Cuando su esposa ya ha muerto la recuerda en el mar, idealizada, imposible ya de conseguir, perfecto para recodarla toda la vida. Su mujer lo sabía, y por ello escribió la carta, para sembrar un ideal. En fin que la película da más de lo que parece. Es lenta porque tiene que ser lenta, no ocurre nada porque no puede ocurrir nada, todo está dentro de él, todo lo vemos a través de él. Os dejo una pregunta, si la escena del baño es producto de su imaginación ¿quien escribió la nota?.
Bromhead (filmaffinity)

4 comentarios:

  1. Hola, veo que has puesto,algunas mas...yo seda ya le e visto, me gusto..a ver si hablamos un rato... un besazooooooooooo

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  2. Jajajajá... ya sé que tú también la has visto, aunque parece que no recuerdas cuándo ni con quién...

    Muxus

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  3. oño es verdad ke memoria la miaaaaaa,joer perdonnnnnnn

    muxus

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  4. Ainssss, lena... por aquí se suele decir que "cal menjar cues de pansa per tenir bona memòria" (hay que comer rabos de pasa para tener buena memoria), nosotras, por si acaso, mejor nos comemos las pasas directamente que seguro que estarán más ricas. ;-)

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