Título original: Sherlock Jr.
Dirección: Buster Keaton.
Guión: Clyde Bruckman, Jean C. Havez, Joseph, A. Mitchell, Buster Keaton.
Fotografía: Elgin Lessley, Byron Houck.
Música: Club Foot Orchestra.
Producción: Joseph M. Schenck para Buster Keaton Productions, Inc.
País: EEUU.
Año: 1924.
Género: Comedia.
Duración: 48 min.
Intérpretes: Buster Keaton (el chico / Sherlock Jr.), Kathryn McGuire (la chica), Ward Crane (el rival), Joe Keaton (el padre de la chica), Erwin Conelly (el amigo de la familia), Jane Conelly (la madre), Ford West (manager teatral / Gillette), George Davis (conspirador), Horace Morgan (conspirador), John Patrick (conspirador).
Mientras trabaja como operador de películas en un pequeño cine de pueblo, Buster estudia para detective. Al término de la función, el joven compra a su novia un pequeño anillo. Pero otro pretendiente, empeñando el reloj que ha robado al padre de la joven, le compra a ésta, con el dinero obtenido, un regalo mejor.
Cuando el padre echa en falta su reloj, Buster saca a relucir sus dotes de detective, y encuentra el ticket del prestamista en el bolsillo de su propio traje, donde su rival lo había colocado astutamente. Por ello es expulsado de la casa y su novia le devuelve el anillo.
Durante la proyección de Hearts and Pearls, Buster se queda dormido, y en su sueño se introduce dentro de la pantalla, donde le dan réplica los personajes de su vida cotidiana. Los rápidos cambios de plano colocan a Buster en dificultades. Sherlock Jr. (Buster), el mejor detective del mundo, es reclamado para investigar el robo de unas perlas. Tras escapar a todo tipo de trampas mortales tendidas contra él por su rival y un cómplice, consigue desenmascararlos. Capturado por ellos más tarde, logra huir y recuperar las perlas y, después de una trepidante persecución, Sherlock libera a la chica.
En su cabina, Buster se despierta. Su novia, que ha descubierto la verdad, llega hasta él para transmitirle las disculpas de su padre. Reproduciendo la escena final de la película, Buster abraza a su novia.
Sherlock Jr. supone para Buster Keaton un extraordinario ejercicio de elaboración narrativa, donde el cómico va a conseguir una vez más superarse a sí mismo. En esta ocasión, Keaton propone el establecimiento de una conexión onírica entre el mundo real y el del celuloide. La precisión técnica y agudeza argumental con que el cómico resuelve tan sugestivo planteamiento resulta auténticamente ejemplar.
La secuencia del sueño exige la preparación de un plató especial. Dentro de un marco que asemeja una pantalla de cine, se construye un escenario donde se mueven los actores reales. La ilusión se consigue gracias a especiales efectos de iluminación, de manera que parece una película proyectada en la pantalla.
La composición de la escena del plano cambiante se logra con una cuidadosa sincronización, requiriéndose incluso un equipo de topografía. Gracias a todo ello, Keaton logra condensar en unos segundos un frenesí visual sin precedentes, y durante ese tiempo podemos verle tropezando con el banco de un jardín, aterrizando en una zanja, al borde de un acantilado, en la selva rodeado de leones, atropellado por un tren en el desierto, en una isla en medio del mar y sobre un montículo de nieve, antes de que el plano se esfume. Pero el mundo de los sueños que nos muestra no está exento de reglas, y para ser plenamente aceptado en la película, el personaje de Keaton deberá adoptar su propio rol, el de Sherlock Junior. Sólo entonces, y a través de este Super-Yo, el chico vivirá peligrosas aventuras -la persecución en moto es escalofriante-, hasta que finalmente consigua resolver sus problemas personales.
Los numerosos procesos judiciales vividos en relación a la muerte de Virginia Rappe, conducen a Roscoe Fatty Arbucle a una situación personal que va a impedirle participar en la realización del film como en un principio estaba previsto. A pesar de contener excelentes gags y de ser considerada por muchos como la obra maestra de Keaton, la película no va a conocer un excesivo interés popular, tras su estreno el 25 de mayo de 1924 en el Rialto de Nueva York.
Luis Enrique Ruiz, “Obras maestras del cine mudo. Época dorada (1918-1930)”.
Para muchos, la mejor película de Buster Keaton. El operador de un cine se duerme mientras está trabajando y empieza a soñar: se introduce en la película que está proyectando y participa en una trama de intriga convertido en el detective Sherlock Holmes Jr. Para elaborar esta mágica y poética combinación de fantasía y realidad Keaton tuvo que emplear los trucajes técnicos y de iluminación más complejos de su carrera, especialmente en aquellas secuencias en las que el proyeccionista trata de atravesar la pantalla del cine. Muchos directores de fotografía han estudiado detenidamente los trucos empleados en El moderno Sherlock Holmes de los más avanzados de su tiempo. Y tampoco es menor la influencia que esta película ha ejercido en algunos directores contemporáneos, como Woody Allen en estupenda La rosa púrpura de El Cairo (1985).
Cómo ser detective
Mucho ingenio para una cinta repleta de gags circenses que hacen que el detective sea una mezcla entre Sherlock Holmes, James Bond, Houdini (su padrino en la vida real y quien le apodó “Buster”) y, por supuesto, Buster Keaton.
Inolvidables son la forma de disfrazarse de anciana para huir de los malhechores, la “desaparición” tras lanzarse contra el maletín, la partida de billar (aunque no tiene nada que ver con El buscavidas; el buscarle los orígenes en esta película muda me parece pasarse de incondicional; ¡ni que Keaton hubiera inventado el mundo del billar y sus ambientes!); etc.
Este cómico ha sido un maestro para las posteriores generaciones. En la serie “Mr. Bean” le han hecho decenas de homenajes, adaptando (que no plagiando) algunos de sus sketches, como el del papel pegajoso en ese capítulo de la feria escolar o el de la pérdida del bañador en la piscina (véase The Cameraman).
Claqueta
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