jueves, 3 de noviembre de 2011

El niño de la bicicleta, Hnos. Dardenne, 2011


Título original: Le gamin au vélo
Dirección: Jean-Pierre Dardenne, Luc Dardenne
Guión: Jean-Pierre Dardenne, Luc Dardenne
Fotografía: Alain Marcoen
Música: Varios
Producción: Coproducción Bélgica-Francia-Italia
País: Bélgica
Año: 2011
Género: Drama
Duración: 87 min.
Intérpretes: Cécile De France, Thomas Doret, Jérémie Renier, Fabrizio Rongione, Egon Di Mateo, Olivier Gourmet


Cyril, un niño de once años, se escapa del hogar de acogida, donde su padre lo dejó después de prometerle que volvería a buscarlo. Lo que Cyrus se propone es encontrarlo. Después de llamar en vano a la puerta del apartamento donde vivían, para eludir la persecución del personal del hospicio, se refugia en un gabinete médico y se echa en brazos de una joven sentada en la sala de espera. Así es como, por pura casualidad, conoce a Samantha, una peluquera que le permite quedarse con ella los fines de semana. (FILMAFFINITY)


Entrevista a los Hnos. Dardenne (Las Horas Pérdidas)

¿Cómo surgió la idea de hacer “El niño de la bicicleta”?
Luc: Era una historia que nos rondaba hace mucho tiempo. La historia de una mujer que ayuda a un chico a liberarse de la violencia que le aprisiona. La primera imagen era la de este niño, un manojo de nervios, que encuentra la paz y el sosiego gracias a otro ser humano.
Jean-Pierre: Al principio pensamos que Samantha podí­a ser médico pero después cambiamos de idea y decidimos que serí­a una peluquera con un negocio consolidado en su barrio.

La pelí­cula es conmovedora pero sin caer en sentimentalismos.
Jean-Pierre: ¡Afortunadamente!
Luc: No querí­amos dar pistas sobre lo que empuja a Samantha a interesarse por Cyril. No querí­amos dar demasiadas explicaciones psicológicas. No querí­amos que el pasado explicase el presente. Querí­amos que el público pensara: “¡Le está ayudando!” Y eso ya es mucho.

Cyril no para nunca. Es infatigable.
Jean-Pierre: Sí­, suele ir en bicicleta… Es un niño sin ataduras que busca el amor aunque todaví­a no lo sabe.


Sus pelí­culas suelen tratar las relaciones entre padres e hijos: “La promesa”, “El niño”, “El hijo”. ¿A qué se debe?
Luc: Todos somos hijos o hijas de alguien…
Jean-Pierre: La sociedad fomenta el individualismo. Así­ que es una especie de reacción y de la necesidad de recuperar la noción de ví­nculo. Un ví­nculo que no es necesariamente biológico, como ocurre con Samantha y Cyril…

A pesar de la historia trágica de Cyril, la pelí­cula tiene un lado optimista.
Jean-Pierre: Sí­, hemos intentado que fuera fluida y no demasiado enrevesada. Rodamos en verano lo que es fundamental para nosotros.

¿Es difí­cil rodar la ternura?
Luc: La verdad es que el mal siempre resulta más atractivo (risas). Pero era muy importante que no cayéramos en una ternura edulcorada. Lo que sí­ querí­amos reflejar con la mayor exactitud posible era ese sentimiento de apertura y de intercambio.
Jean-Pierre: Hacer una pelí­cula sobre un personaje que se vuelca desinteresadamente en otra persona no nos ha ocurrido muy a menudo. Rodar en verano nos ayudó a que la pelí­cula tuviera cierto brillo y también cierta dulzura. Y Cécile de France transmite esas cualidades de forma natural.

No suelen trabajar con actores conocidos.
Luc: No habí­amos programado nada. Nunca escribimos pensando en un actor en particular. En cuanto terminamos el guión empezamos a pensar en actrices y Cécile fue la que surgió primero. Sabí­amos que con ella evitarí­amos ese lado melodramático. Su cuerpo y su cara lo dicen todo. Le enseñamos el guión y aceptó inmediatamente. Nos hizo algunas preguntas sobre las motivaciones de su personaje. Le dijimos que Samantha estaba ahí­ en ese momento. Nada más. Y ella confió en nosotros.

Parece que ha redescubierto su acento belga…
Jean-Pierre: ¡Sí­! Tuvimos mucho cuidado con el acento. No querí­amos que la gente dijera: ‘¡Aquí­ llega la actriz francesa!’ Cécile es belga, no hay que olvidar ese detalle. Creció cerca de donde se desarrolla la acción, en el valle del rí­o Meuse. Tiene un poco de acento pero no querí­amos exagerarlo.


¿Cómo encontraron a Thomas Doret, el chico que interpreta a Cyril y que está en casi todas las escenas?
Jean-Pierre: Lo encontramos por la ví­a habitual para buscar actores de su edad: poniendo un anuncio en el periódico. Al casting se presentaron un centenar de niños. Thomas vino el primer dí­a. Era el quinto que veí­amos y enseguida supimos que era él.
Luc: Nos impresionó la expresión de sus ojos, su aspecto de niño testarudo, su actitud concentrada…

Jean-Pierre: Además tení­a una capacidad asombrosa para aprenderse los diálogos. Y tení­a muchí­simos… Desde las primeras pruebas -que en realidad son la escena de apertura de la pelí­cula- supimos que era el personaje. Comprendió de forma intuitiva en qué consistí­a su papel. Resultó preciso y conmovedor, pero nada melodramático.

Luc: Fue el único que estuvo las seis semanas de ensayo. ¡Así­ que se convirtió en una especie de lí­der! Se habí­a aprendido las escenas de memoria aunque en esa fase de la pelí­cula no le habí­amos pedido que lo hiciera. Y cuando se equivocaba se poní­a furioso. ¡Thomas es cinturón marrón de kárate! Eso le ayuda a concentrarse y a tener memoria.

Dos de sus actores habituales aparecen en esta pelí­cula. Nos referimos a Olivier Gourmet, y Jérémie Renier, en el difí­cil papel del padre.
Luc: ¡Olivier se pasó por allí­ y tuvimos que darle algo que hacer! (risas) Le propusimos tres opciones y escogió el dueño del café que sirve las cervezas. Es una escena pequeña pero querí­amos que estuviese en la pelí­cula.
Jean-Pierre: El papel de Jérémie tiene más sustancia. Cuando terminó de leer el guión y descubrió su personaje nos dijo que habí­a encontrado otro papel más bonito para él. (risas) Pero interpreta a los buenos en pelí­culas de otra gente así­ que por esta vez…

¿Cómo escribieron el guión? ¿Cuánto tiempo les llevó?
Jean-Pierre: Un año y unas cuantas semanas. Pero llevábamos mucho tiempo hablando del tema.
Luc: Empezamos con un personaje, una situación, y tomamos notas sobre todo lo que nos parece interesante. Después llega la estructura, luego el primer borrador, luego otro, y otro… Nos lleva meses.

¿Y el rodaje?
Luc: 55 dí­as. Con noches muy cortas. Pero nunca trabajamos después de la 1:30. Bueno, puede que alguna vez. Estábamos rodando con un niño de 13 años. Estábamos muy bien preparados. No ensayábamos mucho antes de una toma.

En “El niño de la bicicleta” hay una ciudad pero también un bosque que la bordea…
Luc: Para esta pelí­cula imaginamos un triángulo: la ciudad, el bosque y la gasolinera. El bosque es un lugar lleno de peligros para Cyril porque ahí­ es donde puede aprender a convertirse en delincuente. La ciudad representa el pasado con su padre, y el presente es Samantha. La gasolinera es un lugar de transición, donde el argumento adquiere nuevos y numerosos giros.
Jean-Pierre: Querí­amos construir la pelí­cula como si fuera un cuento de hadas, con malos que quieren arruinar las ilusiones del chico, y donde Samantha que surge como una especie de hada. De hecho en algún momento pensamos que la pelí­cula se llamase “Un cuento de hadas de nuestro tiempo”.

Es la primera vez que utilizan música, aunque con moderación…
Luc: No solemos hacerlo en nuestras pelí­culas y tuvimos muchas dudas. En un cuento de hadas tiene que haber una evolución, con emociones y nuevos comienzos. Nos pareció que en algunos momentos la música podí­a tener un efecto calmante para Cyril.

Han vuelto a Cannes donde ya han ganado dos Palmas de Oro (por “Rosetta” en 1999 y “El niño” en 2005). ¿Qué significa el festival para ustedes?
Jean-Pierre: Es muy importante que nuestras pelí­culas estén en el festival. Es maravilloso volver a Cannes. Nos gusta ese subidón de adrenalina que sólo se experimenta en Cannes.
Luc: Nuestro cine le debe mucho al festival. Nuestra historia continúa, y por ahora no puede ser mejor…

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